No tengo palabras para explicar cuánto te deseo. Ahora mismo imagino tu mano firme en mi cuello, la expresión de tu cara cuando soy tuya, tu mirada cuando bajas la guardia y también cuando te vienes arriba, la forma en que me pellizcas bajo la camiseta, o tu lengua acariciando la mía... Pero lo que más falta me hace de ti ahora mismo es ese sádico que llevas dentro, y que aguarda pacientemente la hora de salir.
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